Capitulo 1
La decisión.
Recién había llegado a mi amado Monterrey, después de muchos años viajando por diferentes continentes, a pesar de haber analizado y experimentado una gran diversidad de culturas, jamás encontré una cultura que igualara a mi amado México, ese México que mis padres me enseñaran, ese país que recorrí cuando era niño, en avión, en autobús, pero sobretodo, en tren, ahhh! ¿Cómo olvidar ese paraíso culinario que era el servicio ferroviario para pasajeros’? En cada estación, la gente se subía a vender sus platillos típicos, imaginen la gran variedad de comidas que se podía disfrutar en un solo viaje desde Monterrey hasta la ciudad de México, y esos paisajes tan increíbles, que feliz me sentía de regresar, de ver mi calle, los cerros, mis amigos y a mi familia. Una de las primeras cosas que hice fue buscar a mis amigos, en ese tiempo no teníamos teléfonos móviles, así que no era tan fácil encontrarlos a todos. Poco a poco los fui encontrando, hasta que al comunicarme a casa de mi amigo Victor Gutiérrez, su hermana me dio la noticia. Victor había muerto en un accidente en motocicleta, por un momento no pude decir nada, después de dar el pésame, me despedí de ella, ¿Qué paso? La amistad eterna que todos nos habíamos jurado, todos los planes que el grupo tenia, mis amigos, Charly, Rubén, Gabo, Damián, Frodo, Daniel, Gato y yo , ahora faltaba Victor, Jamás volveríamos a estar completos, era como si cada a cada frase le faltara una palabra. Al siguiente día, Gato se comunico conmigo para decirme que estaban organizando una reunión para celebrar mi regreso, así que me prepare psicológicamente para ingerir grandes cantidades de bebidas embriagantes.
Finalmente el sábado llego, me sentía feliz de ver a mis amigos de nuevo, sentía una gran curiosidad acerca de todo lo que me contarían, me dirigí a casa de Rubén, ahí estarían todos esperándome, todos menos uno. Mis amigos se alegraron de verme, no tanto como yo de verlos a ellos, platicamos, me relataron cada uno de ellos lo que hicieron en todos aquellos años de mi ausencia, inevitablemente terminamos hablando sobre nuestro amigo Victor, en especial, hablábamos sobre ese viaje en motocicleta que tanto planeamos todos, ese en el que Victor conocería todos esos hermosos lugares que yo le describía, y que el tanto deseaba conocer. Inclusive habíamos hecho un mapa con la ruta que seguiríamos, todos estuvimos de acuerdo que ese viaje hubiera sido una de las más grandes épicas de la historia, solamente comparable, no con el viaje de Odiseo, sino con el viaje de Jasón. De cuantas aventuras nos perdimos, cuanta cultura no atestiguamos. Pero ya era tarde, ya éramos un montón de adultos amargados y aburridos, nada que ver con ese Rubén que le gustaba pescar bagres con las manos, nada que ver con ese Gabo que ingería alcohol hasta perder el sentido, nada que ver con ese Charly que se enfrascaba en peleas con pandillas enteras por diversión, nada que ver con ese Daniel que no dormía en tres días por andar de francachela, nada que ver con ese Damián que podía endeudarse hasta las cachas por una dama hermosa, nada que ver con ese Frodo que se metía en las zonas arqueológicas ilegalmente por las noches, pero sobretodo nada que ver con el Yo que podía dormirse en un refugio construido por el mismo en la selva, y comer al primer animal que cayera en una de sus trampas. Ya éramos unos viejos. Como podríamos protagonizar esa aventura, si no podíamos ni permanecer despiertos a las 12 de la noche. En realidad no éramos tan viejos, yo acababa de cumplir 30, los demás andaban rondando la misma edad, diferencia de meses, pero para las cosas que hacíamos en nuestra juventud, éramos unos ancianos, sobretodo en la actitud, ya no teníamos ese espíritu que nos llevo a perdernos a Rubén y a mi a perdernos en la selva de Veracruz. Al final todo quedo en un dulce sueño de retomar las aventuras de antaño, y homenajear a un compañero caído. Y así, cada quien se retiro a su casa a descansar. Llegue a mi casa y me dormí pensando en ese viaje.
A la mañana siguiente, recibí una llamada de Charly, dijo; -Compadre, nos vamos a juntar ahorita en la casa de Gato, ahorita pasamos por ti- Tal y como lo prometió, en media hora llegaron por mi, al llegar a casa de Gato, ya estaba todo el grupo esperándonos a Charly, Rubén y a mi, en cuanto estuvimos completos, Gato tenia un mensaje para todos; - Compañeros, después de mucho meditarlo, he llegado a la conclusión que la comodidad de nuestros nuevos estilos de vida, adecuado tal vez para seres humanos comunes, pero no para nosotros, otrora grandes aventureros. Así que he tomado la decisión de que realizaremos ese viaje que tanto ansiaba realizar nuestro querido amigo Gutiérrez. Y en ese momento mágico todos dijimos si.
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